Desde hace años me ocurre algo inevitable –que, por cierto, me encanta–: Cuando pienso en algo que me atrae, o que me interesa, y me dispongo a comentarlo, siempre me suele venir a la memoria relacionada –directa o indirectamente con el tema– una canción, e incluso inconscientemente me pongo a "tararearla".
En estos días pasados, leyendo los "Monólogos frente al espejo" de Antonio Fernández Ferrer (Editorial Nazarí) la canción que me ha seducido es de Luis Eduardo Aute y dice certeramente así: «Triste deber de la Historia ⁄ el de encontrar soluciones ⁄ acribillando latidos / para que suenen relojes. [...] Tiene que existir, / aún tiene que latir, / amordazado por la razón, / un corazón».
(¡Qué casualidad, y, recordando la cancIón me viene a la memoria también esta imagen!)
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Antonio Fernández Ferrer y Luis Eduardo Aute. 26 de junio de 1994. Carmen de los Mártires, Granada. |
Actualmente, y con demasiada frecuencia, la represión o la domesticación de los sentimientos; la superficial perceptividad frente a lo que acontece a nuestro alrededor; y la desmedida racionalidad que amordaza sensibilidades; nos deja el corazón como sin latidos...; frío...; informado ¡sí!, pero demasiado insensible; demasiado acomodado e indiferente... Son tiempos en los que se produce lo que yo llamaría una "percepción estereotipada" que no nos cuestiona en profundidad y que no moviliza activamente lo más profundo de nuestra identidad, o sea, "nuestro yo más hondo".
Pues bien, en estos "Monodiálogos frente a frente" publicados por la Editorial Nazarí, Antonio Fernández Ferrer nos viene a demostrar que SÍ, que no hay racionalismo posible que pueda amordazar un corazón sensible como es el suyo; corazón cálido y "latiente" que –de dentro a afuera, buscando y zahondándose en sus propios latidos– genera un pensamiento crítico y una palabra libre y liberadora.
Antonio, en su nuevo libro se "encuentra" con la "REALIDAD", o mejor, con las realidades "de un tiempo concreto"–nuestro tiempo actual–. Con las realidades más complejas y con las más cotidianas, y frente a ellas –con serenidad– opta por huir de los estereotipos y la superficialidad, y decide someter a esas realidades tangibles a un proceso de diálogo o cuestionamiento consigo mismo –con su interioridad–. Diálogo y cuestionamiento del "ser dos en uno"; o sea, del "yo que percibe" visual o auditivamente, con el "yo que siente y piensa" en libertad. Diálogo que, cuando se produce, genera, como resultado, todo un estallido de fogonazos de luz, de esperanza y de inteligencia... "Monodiálogos frente al espejo"los llama Antonio Fernández Ferrer.
En este libro, sencilla y preciosamente escrito, su autor nos muestra un conjunto de 34 "encuentros""reencuentros" y desencuentros" relacionados. todos ellos, con la cotidianidad; con los asuntos sociales, políticos y culturales que estamos viviendo a diario –o sea, con la vida misma– y nos los muestra "con calor", "con alma", con "apasionamiento"–y aquí me engancha, ¡vaya si me engancha!–.
Dice Carlos de la Fe en el prólogo: «Cóctel de neuronas y vísceras, de pensamientos y corazonadas, de reflexiones y sensaciones.». Yo, por mi parte, añado y repito: fogonazo de estremecimientos, indignaciones, ternuras, solidaridades, dudas, decepciones, anhelos, impotencias, denuncias, desgarros, esperanzas, deseo, sueños... Y todo ello hermosamente contagiable gracias a la magia del "contar y escribir" con sinceridad, "a corazón abierto", sin retóricas, con libertad. (Nada que ver con la soporífica, prepotente, partidista y peleona verborrea a la que nos tienen tan acostumbrados los tertulianos, sean del signo que sean, en las aburridísimas televisiones o radios, que, por cierto, les resultan tan rentables).
Pues sí, los "monodiálogos" de Antonio Fernández Ferrer no solo son CONTAGIABLES–tanto que uno no se los puede quitar de encima hasta que llega a la página 86 de su libro–; sino que a la vez son TERAPÉUTICOS porque te incitan –casi sin quererlo– a mirarte y a sentirte en ellos –como en un espejo–, y a iniciar tu propio proceso de "monodialogización"–no sé si existe esta palabra. pero es lo mismo–; proceso que, teniendo como referencia el pensamiento y los latidos de Antonio, es, os lo aseguro, verdaderamente liberador. Haced la prueba y ya me contaréis.
Pues bien, en estos "Monodiálogos frente a frente" publicados por la Editorial Nazarí, Antonio Fernández Ferrer nos viene a demostrar que SÍ, que no hay racionalismo posible que pueda amordazar un corazón sensible como es el suyo; corazón cálido y "latiente" que –de dentro a afuera, buscando y zahondándose en sus propios latidos– genera un pensamiento crítico y una palabra libre y liberadora.
Antonio, en su nuevo libro se "encuentra" con la "REALIDAD", o mejor, con las realidades "de un tiempo concreto"–nuestro tiempo actual–. Con las realidades más complejas y con las más cotidianas, y frente a ellas –con serenidad– opta por huir de los estereotipos y la superficialidad, y decide someter a esas realidades tangibles a un proceso de diálogo o cuestionamiento consigo mismo –con su interioridad–. Diálogo y cuestionamiento del "ser dos en uno"; o sea, del "yo que percibe" visual o auditivamente, con el "yo que siente y piensa" en libertad. Diálogo que, cuando se produce, genera, como resultado, todo un estallido de fogonazos de luz, de esperanza y de inteligencia... "Monodiálogos frente al espejo"los llama Antonio Fernández Ferrer.
En este libro, sencilla y preciosamente escrito, su autor nos muestra un conjunto de 34 "encuentros""reencuentros" y desencuentros" relacionados. todos ellos, con la cotidianidad; con los asuntos sociales, políticos y culturales que estamos viviendo a diario –o sea, con la vida misma– y nos los muestra "con calor", "con alma", con "apasionamiento"–y aquí me engancha, ¡vaya si me engancha!–.
Dice Carlos de la Fe en el prólogo: «Cóctel de neuronas y vísceras, de pensamientos y corazonadas, de reflexiones y sensaciones.». Yo, por mi parte, añado y repito: fogonazo de estremecimientos, indignaciones, ternuras, solidaridades, dudas, decepciones, anhelos, impotencias, denuncias, desgarros, esperanzas, deseo, sueños... Y todo ello hermosamente contagiable gracias a la magia del "contar y escribir" con sinceridad, "a corazón abierto", sin retóricas, con libertad. (Nada que ver con la soporífica, prepotente, partidista y peleona verborrea a la que nos tienen tan acostumbrados los tertulianos, sean del signo que sean, en las aburridísimas televisiones o radios, que, por cierto, les resultan tan rentables).
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Antonio Fernández Ferrer. |
Pues sí, los "monodiálogos" de Antonio Fernández Ferrer no solo son CONTAGIABLES–tanto que uno no se los puede quitar de encima hasta que llega a la página 86 de su libro–; sino que a la vez son TERAPÉUTICOS porque te incitan –casi sin quererlo– a mirarte y a sentirte en ellos –como en un espejo–, y a iniciar tu propio proceso de "monodialogización"–no sé si existe esta palabra. pero es lo mismo–; proceso que, teniendo como referencia el pensamiento y los latidos de Antonio, es, os lo aseguro, verdaderamente liberador. Haced la prueba y ya me contaréis.